Las
competencias que definen el perfil de egreso se agrupan en cinco grandes
campos: habilidades intelectuales específicas, dominio de los propósitos y los
contenidos de la educación secundaria, competencias didácticas, identidad
profesional y ética, y capacidad de percepción y respuesta a las condiciones
sociales del entorno de la escuela.
Los
rasgos del perfil son el referente principal para la elaboración del plan de
estudios, pero también son esenciales para que las comunidades educativas
normalistas dispongan de criterios para valorar el avance del plan y los
programas, la eficacia del proceso de enseñanza y de los materiales de estudio,
el desempeño de los estudiantes, así como las demás actividades y prácticas
realizadas en cada institución.
Todos
los rasgos del perfil están estrechamente relacionados, se promueven
articuladamente y no corresponden de manera exclusiva a una asignatura o
actividad específica: algunos, como el dominio de los contenidos de enseñanza,
se identifican primordialmente con espacios delimitados en el plan de estudios;
otros, como la consolidación de las habilidades intelectuales o la formación
valoral, corresponden a los estilos y las prácticas escolares que se promoverán
en el conjunto de los estudios; la disposición y la capacidad para aprender de
manera permanente dependerán tanto del interés y la motivación que despierte el
campo de estudios, como el desarrollo de las habilidades intelectuales básicas,
la comprensión de la estructura y la lógica de las disciplinas, y de los
hábitos de estudio consolidados durante la educación normal.
Con
base en las consideraciones anteriores, al término de sus estudios cada uno de
los egresados contará con las habilidades, conocimientos, actitudes y valores
que se describen a continuación.
§
Habilidades intelectuales específicas
Posee
alta capacidad de comprensión del material escrito y tiene el hábito de la
lectura; en particular, valora críticamente lo que lee y lo relaciona con la
realidad y, especialmente, con su práctica profesional.
Expresa
sus ideas con claridad, sencillez y corrección en forma escrita y oral; en
especial, ha desarrollado las capacidades de describir, narrar, explicar y
argumentar, adaptándose al desarrollo y características culturales de sus
alumnos.
Plantea,
analiza y resuelve problemas, enfrenta desafíos intelectuales generando
respuestas propias a partir de sus conocimientos y experiencias. En
consecuencia, es capaz de orientar a sus alumnos para que éstos adquieran la
capacidad de analizar situaciones y de resolver problemas.
Tiene
disposición y capacidades propicias para la investigación científica: curiosidad,
capacidad de observación, método para plantear preguntas y para poner a prueba
respuestas, y reflexión crítica. Aplica esas capacidades para mejorar los
resultados de su labor educativa.
Localiza,
selecciona y utiliza información de diverso tipo, tanto de fuentes escritas
como de material audiovisual, en especial la que necesita para su actividad
profesional.
§
Dominio de los
propósitos y los contenidos de la educación secundaria
Conoce
con profundidad los propósitos, los contenidos y el enfoque de enseñanza de la
asignatura que imparte, y reconoce que el trabajo con los contenidos de su
especialidad contribuye al logro de los propósitos generales de la educación
secundaria.
Tiene
dominio del campo disciplinario de su especialidad para manejar con seguridad y
fluidez los temas incluidos en los programas de estudio, y reconoce la
secuencia de los contenidos en los tres grados de la educación secundaria.
Reconoce
la articulación entre los propósitos de la educación primaria y la educación
secundaria y asume a ésta como el tramo final de la educación básica en el que
deben consolidarse los conocimientos básicos, habilidades, actitudes y valores,
establecidos en los planes de estudio.
Sabe
establecer una correspondencia adecuada entre la naturaleza y grado de
complejidad de los contenidos educativos con los procesos cognitivos y el nivel
de desarrollo de sus alumnos.
§
Competencias didácticas
Sabe
diseñar, organizar y poner en práctica estrategias y actividades didácticas,
adecuadas a las necesidades, intereses y formas de desarrollo de los
adolescentes, así como a las características sociales y culturales de éstos y
de su entorno familiar, con el fin de que los educandos alcancen los propósitos
de conocimiento, de desarrollo de habilidades y de formación valoral
establecidos en el plan y programas de estudio de la educación secundaria.
Reconoce
las diferencias individuales de los educandos que influyen en los procesos de
aprendizaje y aplica estrategias didácticas para estimularlos; en especial, es
capaz de favorecer el aprendizaje de los alumnos en riesgo de fracaso escolar.
Identifica
necesidades especiales de educación que pueden presentar algunos de sus
alumnos, las atiende, si es posible, mediante propuestas didácticas
particulares y sabe dónde obtener orientación y apoyo para hacerlo.
Conoce
y aplica distintas estrategias y formas de evaluación sobre el proceso
educativo que le permiten valorar efectivamente el aprendizaje de los alumnos y
la calidad de su desempeño docente. A partir de la evaluación, tiene la
disposición de modificar los procedimientos didácticos que aplica.
Es
capaz de establecer un clima de trabajo que favorece actitudes de confianza,
autoestima, respeto, disciplina, creatividad, curiosidad y placer por el
estudio, así como el fortalecimiento de la autonomía personal de los educandos.
Reconoce
los procesos de cambio que experimentan los adolescentes, pero distingue que
esos procesos no se presentan de forma idéntica en todos, sino de manera
individual y única. A partir de este conocimiento aplica estrategias adecuadas
para atender las necesidades e inquietudes de sus alumnos.
Conoce
los materiales de enseñanza y los recursos didácticos disponibles y los utiliza
con creatividad, flexibilidad y propósitos claros.
§
Identidad profesional y ética
Asume,
como principios de su acción y de sus relaciones con los alumnos, las madres y
los padres de familia y sus colegas, los valores que la humanidad ha creado y
consagrado a lo largo de la historia: respeto y aprecio a la dignidad humana,
libertad, justicia, igualdad, democracia, solidaridad, tolerancia, honestidad y
apego a la verdad.
Reconoce,
a partir de una valoración realista, el significado que su trabajo tiene para
los alumnos, las familias de éstos y la sociedad.
Tiene
información suficiente sobre la orientación filosófica, los principios legales
y la organización del sistema educativo mexicano; en particular, asume y
promueve el carácter nacional, democrático, gratuito y laico de la educación
pública.
Conoce
los principales problemas, necesidades y deficiencias que deben resolverse para
fortalecer el sistema educativo mexicano, en especial las que se ubican en su
campo de trabajo y en la entidad donde vive.
Asume
su profesión como una carrera de vida, conoce sus derechos y obligaciones y
utiliza los recursos al alcance para el mejoramiento de su capacidad
profesional.
Valora
el trabajo en equipo como un medio para la formación continua y el mejoramiento
de la escuela, y tiene actitudes favorables para la cooperación y el diálogo
con sus colegas.
Identifica
y valora los elementos más importantes de la tradición educativa mexicana; en
particular, reconoce la importancia de la educación pública como componente
esencial de una política basada en la justicia, la democracia y la equidad.
§
Capacidad de percepción y respuesta a las condiciones
sociales del entorno de la escuela
Aprecia
y respeta la diversidad regional, social, cultural y étnica del país como un
componente valioso de la nacionalidad, y acepta que dicha diversidad estará
presente en las situaciones en las que realice su trabajo.
Valora
la función educativa de la familia, se relaciona con las madres y los padres de
los alumnos de manera receptiva, colaborativa y respetuosa, y es capaz de
orientarlos para que participen en la formación del educando.
Promueve
la solidaridad y el apoyo de la comunidad hacia la escuela, tomando en cuenta
los recursos y las limitaciones del medio en que trabaja.
Reconoce
los principales problemas que enfrenta la comunidad en la que labora y tiene la
disposición para contribuir a su solución con la información necesaria, a
través de la participación directa o mediante la búsqueda de apoyos externos,
sin que ello implique el descuido de las tareas educativas.
Asume
y promueve el uso racional de los recursos naturales y es capaz de enseñar a
los alumnos a actuar personal y colectivamente con el fin de proteger el
ambiente.